viernes, noviembre 23, 2012

SOBRE LA CAPACIDAD DE DECIR NADA, DICIENDO MUCHO


Con un teléfono se puede telefonear; no se puede hacer ninguna otra cosa.
Y aunque ésta es una de las mayores alegrías de la vida,
pierde bastante gracia cuando nadie te contesta.
G.K Chesterton – Lo que está mal en el mundo.

SOBRE LA CAPACIDAD DE DECIR NADA, DICIENDO MUCHO

Voy a escribir esta vez sin recurrir a ninguna estadística, informe, medio de comunicación, etc. Ni a mis amigos o amigas les consultaré, no investigaré nada de nadie. Escribiré, como pretendiendo estar hablando en voz alta; transformando la palabrería en discursos o canciones que mantienen mi mente, inestablemente activa y afortunadamente, en movimiento.
En fin, haré de caso que no hay orden ni estructura, tampoco necesidad de fundamentar mis propias palabras porque son mías, las hice mías, no las aprendí ni me las enseñaron, no recuerdo haberlas pedido tampoco; me las robé. Las tomé prestadas indefinidamente en el momento indicado, a buena hora y para largo plazo. Algunos le han llamado a este proceso: Los primeros años de escuela, yo, en cambio, le llamo Los primeros años de vida, por algo la expresión: vivo te quiero.

No pienso devolverlas, sino asignarlas a cada uno de mis pensamientos e ideas. Si no lo hago, estoy muerto. ¿Acaso decir que mi texto es mi texto y que la información es mi información no es suficiente para opinar, comentar o compartir? Pues sí es suficiente, y hoy tendrán que leer sin interrumpirme para que nadie los interrumpa, porque cuando se trata de incertidumbres y certezas de la vida, el mundo o sus realidades, no hay nada más placentero, que creer saberlo y explicarlo todo, aunque al final, no signifique nada.

Así como el texto que vengo escribiendo, con esa figura, con ese ritmo y sentido; así es Guatemala cuando se trata de confrontar y enfrentar las realidades (violentas, materiales y prepotentes) de sus guatemalas internas. No tienen sentido, no tienen  coherencia, no hay orden y casi siempre, no se piensan.

Si se menciona política, se espera “corrupción”; si se menciona políticos, se espera: “corruptos”, si se menciona desarrollo, se espera “política”; si se menciona oportunidades y cambios, se espera: “políticos”, si se menciona libertad, se espera: “medios de comunicación”; si se menciona deporte, se espera: “embajadores de la paz”, si se menciona literatura, se espera: “comunismo”; si se menciona seguridad, se espera: “agentes privados”, si se menciona Dios, se espera: “dinero”; si se menciona paz, se espera: “ejército”; si se menciona pobreza, se espera: “dignidad”… en fin, el juego de las palabras y su orden, después de todo en este contexto, sí afecta el resultado, porque mencionar transformación no necesariamente significa revolución, ¿o sí?

Vivir en un mundo en donde, de todo lo que es posible hablar, tampoco es conveniente hablar, es solamente hacer obvia la necesidad de vivir pero también la de matar, la de proteger y la de robar, la de hablar y la de hacer… maldición, al pueblo le da miedo la revolución —se me cruzó otro pensamiento—.

Bueno, supongo que se habrán dando cuenta que durante la lectura, mi intención era decir nada diciendo mucho, y que aún sabiendo que uno con una palabra puede palabrear, y aunque ésta sea una de las mayores expresiones de libertad y convivencia, pierde bastante gracia cuando nadie la lee.

Guatemala es una nación democrática y joven, y aunque ésta sea la esperanza y esfuerzo de millones de buenos hombres y valientes mujeres, pierde bastante gracia cuando sus hombres y mujeres la venden, la violan, le roban, le mienten y la matan.

Urge la revolución social, espiritual y educativa con amor, para resucitarla.

Juan Pablo Romero Fuentes.
Los Patojos.

Fotografía: Lu Reynoso. 


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola, buen blog, visita el mío:
http://ex-press-art.blogspot.com.es/

Estamos empezando aún, pero pronto tendremos información de lo más variada y útil ;)

Giova Zúrita dijo...

Guatemala :D, siempre he deseado viajar hacia "abajo", en lugar de hacia "arriba" ajaja si...